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Mostrando las entradas de noviembre, 2020

Dios me cagó la vida

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Mi vieja se escandalizaría, pero yo tengo una fe. Una fe bien mía, un rito que me salvó del abismo cuando me dejó mi ex: terapia o religión, cada tanto, solo cada tanto, dejo de escribir y de ver fútbol, y salgo a recorrer los bares en busca de algún consuelo con piernas de mujer o, en el mejor de los casos, en los puños de algún gigantón. Una de dos. Los bares de Constitución no son un lugar para andar con medias tintas: o tengo la suerte de saber llevar una billetera abultada y el cariño que se compra, o me entrego a la adrenalina de las miradas perdidas, los insultos cruzados y la sensación viscosa y metálica de la sangre en la boca. Esa noche necesitaba historias, pero historias “que valgan su pena, Casas, por qué si sigue así no viene más”, según las palabras de Butera, el Director del magazine deportivo “El potrero” donde, desde hace un tiempo, andaba lamentando y reciclando historias aburridas en el barrio de La Boca y alrededores.  El tipo era grande como una puerta y se tomó u

El tiempo nos cagó a pelotazos

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  —José, usted se está pudriendo por estar triste —y se seca la frente con un pañuelo azul que saca del guardapolvo. No puedo dejar de pensar en qué profesión rara la del médico, quizá la más vital y necesaria, sin dudas, quizá la más insensible de todas, también. Uno supone que un oncólogo debería manejar el afecto de un padre o de un compañero. Continúa anotando algo en un papel, sin mirarme, como ignorando que acaba de sentenciar mi muerte. Hace un calor bárbaro y en el hospital no hay más ventilación que las correntadas que se forman entre los pasillos de las salas de consultorios y las de terapia. Aunque la indicación es que deben estar cerradas, los enfermeros las traban con baldes llenos de agua, así el aire pasa y alivia un poco el verano. Yo todavía no estoy listo para el infierno. De repente, siento como si un sacudón me arrastrara hacia atrás, me tomara de la remera o del cuello, me inmovilizara, me arrancara de la camilla, lejos, cada vez más lejos del consultorio, del doc