Cumbia





Llegué demasiado temprano. 


……….



Siempre que quiero llegar sobre la hora o unos minutos tarde, no me sale. Un amigo, Pablo, hace algunos años me dijo que me haga desear un poco. Vos tenés que caer 10 o 15 minutos después que ella, dijo mientras se acomodaba la mochila, eso les encanta. Pero yo no soy así, no tendría cara para remarla, y si quisiera, tampoco me saldría. 


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Faltan 23 minutos para las cuatro de la tarde. La hora que pactamos para encontrarnos. Releo el mensaje. Plaza Rocha, del lado de 61, sobre la esquina de avenida 7. ¿Está bien? Hay un puesto de patys. Bueno, ahí.  Me acomodo el pelo, acto nervioso, supongo, no tiene mucho sentido. Lo tengo corto, estilo militar, con un jopo. Me peine con cera. Un virgo. Voy cruzando la plaza hasta llegar al lugar. Cada vez camino más lento, como si eso hiciera que el tiempo corriera más rápido o me ahorrara las miradas y el cringe de sentarme solo con un ramo de flores en un banco de plaza a esperar. ¿La gente que pensará cuando me ve? Plantaron al pelotudo, seguro. En fin, flores, jean, zapatos y cara de boludo. Clisé de película romántica. Soy un clisé, que vergüenza, así no le voy a gustar. Me bajo el cierre de la campera, para quedar más canchero. Abajo tengo una remera de Maradona, de pendejo. Rulitos. Con una sonrisa aniñada. ¿Sabés cual? En fin. Ah, pero... ¿Y si no le gusta el Diego?¿Y si es de las que odian al Diego? Para que mierda me puse esta remera. Me acuerdo que me mando un sticker al whatsapp con la mano de Dios. No puede ser anti Diego. Me calmo. Miro el reloj. Faltan 21 minutos. Llego al banco, en el lugar indicado. Donde la gente me va a mirar y sentir lástima por mí. Lastima a nadie, diría mi amigo de la remera. Tengo ganas de prenderme un pucho, no fumo, pero necesito darle un tinte más dramático a la espera. Además me supone más pensativo, melancólico. Me gusta ese perfil. Miro para todos lados, se me ocurre que capaz está mirándome de lejos y arrepintiéndose. No sería la primera vez. 


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Nunca tuve mucho éxito con las minas. Una vez conocí una en un bar del centro, no me acuerdo el nombre, pero si me acuerdo de las tetas. Quedamos en vernos frente al cine San Martín, quizá dar un par de vueltas por la galería, unos besos de lengua, apretujarnos contra alguna pared en el subsuelo. Me tenía caliente hace rato, así que cuando me la crucé, le tiré todos los galgos. Me dió su numero de celular, un par de chamuyitos y a vernos. Pero no vino, la espere una o dos horas y no vino. Me bloqueó en el teléfono y en el facebook. Nunca me sentí tan idiota, así que me puse canciones tristes en los auriculares y volví en el bondi mirando por la ventana, frustrado, imaginándome en un videoclip. No le conté a nadie, me dió mucha vergüenza. Tiempo después me enteré que estaba embarazada. Zafé


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Faltan 16 minutos. Mirá que va a ser tan puntual, ya parezco un cronómetro. No dejo de mover las patas. ¿Justo ahora me agarran ganas de mear? Hay un baño en el café de acá a la vuelta. No puedo ir al baño, mira si llega, no me ve y se las toma. Y no me da más pelota. Menos mear en un árbol, ahí si, me ve y me cancela para siempre. Me la banco. En realidad no sé si tengo ganas de mear. Me huelo el chivo, está bien. Contorneo la espalda, olfateo cerca de la entrepierna, todo bien. Lo normal, hace un poquito de calor, está lindo, pero el desodorante se la banca. No me lavé los dientes. ¿Y si tengo una lechuga cruzada entre los dientes?¿O un pedazo de pan? Almorcé mate y tostadas. Imposible. Rechino los dientes, meto labios, reviso con el dedo. Todo bien. Amarillos, seguro, pero bien. Aprovecho y soplo sobre la palma de mi mano. Me compré unos Beldent de menta. Espero chapar. ¿Chaparemos? Ojalá. Me encanta. Faltan 7 minutos. Ni en pedo llega a horario. 


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Plaza Rocha es mi plaza preferida. Sobretodo los fines de semana de primavera. La adornan tilos y jacarandas que le dan una fachada violeta y verde característica. Los árboles deben tener casi cien años, y si mirás para arriba, entre su copas apenas se puede distinguir el cielo. Enfrente, está la biblioteca  de la Universidad y atrás, la Facultad de Bellas Artes. Ahí conocí a Julia. En realidad, ahí miré a Julia por primera vez. Cuando salía de cursar y yo esperaba el bondi para volver a casa. En el centro de la Plaza, está el monumento a Dardo Rocha, el fundador de la ciudad. En el pie de mármol, alguien pintó con aerosol un Dale Lobo, y una frase del Indio Solari, “si no hay amor que no haya nada entonces, alma mía, no vas a regatear”. Cuando escuchaba ese rock, siempre me acordaba de Julia, un asociación de presencia- tiempo - espacio, supongo. Después que la saqué a bailar con La Nueva Luna, el sábado pasado, sus caderas y sus ojos son pura cumbia en mi cabeza.


……….


Miro el reloj. Ya casi es la hora. Agarro las flores, que dejé apoyados en el banco. Un poco separadas, como haciéndome el otro. Así me da un poco menos de vergüenza. ¿Y si las tiro? Ahí en el cesto al lado del árbol ¿Y si piensa que soy un goma por regalarle flores en la primera cita?¿Que soy, el último romántico? Eso a las minas no le gustan mas, los caballeros de antes. No les cabe, les aburre. Voy a tirarlas. Me siento un tarado. Me acuerdo que ella me dijo que le gustaban los tulipanes amarillos. Que le fascinaban. Caminé 20 cuadras para conseguirlos. Bancala rey, pienso. Me tiemblan las patas, me huelo el sobaco. Estoy chivando. Siento una incomodidad entre el pecho y la garganta. Baja los impulsos ansiosos, me dijo la psicóloga. Tranquilizate. Busca un ancla de donde sostenerte. No podés rajar cada vez que te ponés nervioso. No puedo rajar. Pienso en Julia, pienso en la boca de Julia, pienso en el culo de Julia. Me calmo. Pero creo que algo está mal conmigo. Creo que se me va a salir el corazón.

……….


Hace tres años no salgo con una mina. Digo, así, a tomar algo, conocernos, ir al cine, charlar un poco de la vida, mensajearnos para coger, hasta que uno tenga ganas de ir más allá y se pudra. Antes uno decía basta, ahora para terminar una relación hay que decirle que la extrañás. Pero Julia es distinta, quiero decir, Julia es distinta. O es igual a lo que imaginé antes de sacarla a bailar. Hablamos de amor y de lo lindo de vivirlo. Tiene dos ojos azules, enormes, la piel blanca y suave. Un lunar al lado de la boca y le gusta cantar. Escuché como veinte veces el audio que me mandó cantando una de Pedro Aznar. No es una sirena, salame, cogetela y después ves, me dijo Pablo cuando le conté. No sé, Pablito. No puedo dejar de pensar en ella.


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Son las 16.03 horas, dice mi reloj Casio. Reloj de virgo. Me gusta, que me importa si es de virgo. Me lo regaló mi viejo. Se asoma un bondi, el 202. De esos que vienen de Berisso. Julia es de Berisso. Así que quizá venga ahí. Viene ahí. Estoy seguro que viene ahí. Me acomodo el pelo otra vez. Ya debo tener un nido de pájaros, el jopo para cualquier lado, la cara de boludo, los dientes amarillos, olor a chivo. Estoy jugado. Ya está. Me levanto del banco donde estoy sentado. Aprieto las flores, me pincha en los dedos la ramita del tulipán. Para el micro, en la plaza. Alguien se baja. Está todo bien, me repito, mientras tiemblo.  Busco mis placebos. Escalofrío. Que cagón. El micro cierra las puertas y despacito se empieza a ir y retoma avenida 7. Atrás del bondi, pasa una ambulancia del Same. Busco con la mirada, alzo la cabeza. Levanto las flores para taparme del sol, para ver mejor. Genial, ahora toda la gente me vió con las flores. No la veo. Una rubia salió caminando, pero no era ella. Se metió en un edificio. No viene, es domingo, no andan los bondis. Se va a retrasar un montón. Si es así, quizá ni venga. Saco el celu, la batería me anda mal, así que no lo uso mucho. Ni un mensaje. No viene. Me vuelvo a sentar. Ya puedo sentir la frustración. Al menos se me van los nervios. Yo también dudaba de esto ¿Qué le voy a decir? No hablamos más y listo. Más fácil para los dos. Dejo caer mi cabeza. Acaricio mi nuca con la mano izquierda. La derecha sostiene las flores y la espera. Resuelvo el escalofrío: era un mal presentimiento. 


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¡Hola! Alguien me toca la espalda. Me doy vuelta, sorprendido. Ella sonríe. Empieza a sonar una cumbia en mi cabeza. Todo está bien, me repito. 

Todo está bien.

Creo que se me va a salir el corazón.





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